Este artículo se publicó en El Correo el 20/4/2018.
La Declaración de ETA sobre el daño causado es un paso hacia la deslegitimación de la violencia. En esta declaración ETA reconoce que ha provocado dolor, daños irreparables y por primera vez piden perdón. Señalan también, en la nota aclaratoria que acompaña a la declaración, que creen necesario mostrar empatía respecto al sufrimiento originado. Daño, perdón, empatía. Palabras hasta ahora bastante ajenas al lenguaje de ETA y, tal vez por eso mismo, es necesario analizar con detenimiento el texto. Después de hacerlo, mi impresión es que este texto se construye dentro de marco argumentativo que hace que sus dos grandes declaraciones (el reconocimiento del daño y la petición de perdón) pierdan parte de su fuerza y de su valor. Por desgracia.
ETA comienza su argumentación con una visión histórica del padecimiento, del «sufrimiento desmedido» al que ha sido sometido el pueblo vasco. ETA reconoce su responsabilidad directa en ese dolor, aunque al mismo tiempo señala que no debió producirse jamás ni prolongarse por tanto tiempo no porque ellos estuvieran equivocados en ejercer la violencia como forma de alcanzar sus objetivos políticos, sino porque «este conflicto político e histórico» debería haber contado con una «solución democrática justa». Seguidamente, en el mismo párrafo, se produce un desplazamiento de significado y el sufrimiento del que hablan ya no es el sufrimiento causado por ETA, sino que existía antes de ETA y existe ahora, cuando ETA ya no mata. Y así, la responsable de ese sufrimiento ya no es ETA. ¿Quién es entonces? Es el bombardeo de Gernika, ahí comienza todo. Las generaciones posteriores al bombardeo «heredamos aquella violencia y aquel lamento». En un sólo párrafo pasamos del reconocimiento de la responsabilidad directa del dolor a la victimización del pueblo vasco, que ha sido siempre la justificación de ETA para la violencia. Y aquí, por desgracia, sigue usando la misma retórica de victimización para diluir lo que en principio había parecido un reconocimiento sincero de su responsabilidad.
Seguimos con el siguiente párrafo, donde ETA señala que es consciente del dolor que ha causado, lo irreparable de sus acciones e insiste en que se quiere respetar a las víctimas de las acciones de ETA «en la medida que han resultados damnificados por el conflicto». Nos encontramos aquí, de nuevo, con la misma dinámica de desplazamiento: del reconocimiento del dolor causado por ETA a decir que las víctimas lo son del «conflicto», no de la banda armada.
En el cuarto párrafo, ETA se refiere directamente a las víctimas que «no tenían participación directa en el conflicto». ¿Quiénes son estas víctimas, me pregunto? Seguramente se referirán a los «daños colaterales», es decir, aquellas personas que simplemente pasaban por ahí, o a los niños y niñas que murieron en atentados a casas cuartel, o… Esto, por supuesto, deja fuera a todos los miembros de las fuerzas de seguridad del estado y autonómicas, y me imagino que también a los políticos constitucionalistas que asesinaron. También dejará fuera a los «chivatos» o sospechosos de serlo, los empresarios que se negaron a pagar el impuesto. ¿A quién considera ETA víctimas con responsabilidad en el conflicto? Además, también me pregunto: siendo ésta una declaración de ETA al «pueblo vasco», los «damnificados por el conflicto» a los que se pide perdón ¿serán sólo los que pertenecen a este pueblo?
Al final de la declaración, ETA pide que no se humille a aquellos que han sido injustamente tratados por las fuerzas del Estado y las autonomistas, que todos/as reconozcamos el daño causado y que «deberíamos reconocer, con respeto, el sufrimiento padecido por los demás». Tienen razón, todo esto es necesario, también aclarar todos los crímenes de Estado que quedan por resolver.
ETA cierra el texto pidiendo una solución democrática al conflicto, «para apagar definitivamente las llamas de Gernika». Gernika tomada por los pelos, como paradigma del sufrimiento del pueblo vasco y como justificación de la violencia. Una pena de conclusión para una declaración que parecía tener un gran potencial. Aun así, quiero pensar que «la honestidad y el pleno respeto» al que se refieren en la nota aclaratoria que acompaña a la declaración son sinceros, que ETA está llevando a cabo un proceso de reflexión y autocrítica que puede acabar en una verdadera deslegitimación de la violencia.