En El nenúfar y la araña (Tránsito; traducción de Laura Salas Rodríguez) Claire Legendre explora la hipocondría como enfermedad intangible, como forma de protegerse, como sortilegio para anticipar la desgracia, conocerla de antemano. La hipocondría es una manera de construir la narrativa que da sentido a un dolor invisible, a una enfermedad inexistente que, sin embargo, se siente como real. “Antes de que se perfilase la enfermedad, me la inventé”, escribe Legendre. “Me la inventé para ser su autora; así, si esa enfermedad existía, al menos no se impondría, sino que sería mi obra. De ese modo tendría el espejismo de controlarla”. Leí este libro hace días, después de haber escrito mi columna Soy miedica. Me sorprendió cuánto de lo que yo contaba en ese texto se relacionaba con la obra de Legendre. No sólo por algunos de los miedos que describe (ay, la aracnofobia), también por su inclinación a anticipar la desgracia. Yo no soy hipocondriaca en cuanto a las enfermedades, pero sí sufro de hipocondría política. Y me atrevo a decir que no soy la única. Seguir leyendo