Comienzo a escribir esta columna pocas horas después de que se haya descubierto el cuerpo sin vida de Laura Luelmo, con todos los indicios de muerte violenta que se van confirmando durante las 48 horas en las que vuelvo a este texto, incapaz de sacudir la rabia. No sólo por el asesinato brutal de Laura, esa chica que con las horas y según se publica más información se va constituyendo en mi imaginación como una mujer de carne y hueso, con su inteligencia, sus ilusiones, su militancia feminista. Seguir leyendo