Este artículo ha sido publicado en El Correo el martes 25 de julio, en papel.
El sábado 22 de julio leía en este periódico que el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, ha salido en defensa de la policía municipal a cuenta de unas pintadas insultantes y amenazantes contra este cuerpo, realizadas en la zona de Bilbao la Vieja. ¿El motivo de las pintadas? Según fuentes de este diario, la policía municipal ha estado haciendo cumplir la ley de horarios nocturnos a los bares de la zona, sancionando infracciones y amonestando. La noticia no me hubiera llamado la atención si no hubiera sido por la simbología y el mensaje de las pintadas que, como dijo el alcalde, remiten a otros tiempos. La fotografía de las pintadas mostraba una diana con la palabra «munipa» dentro, encima de ella «utzi auzoa bakean» (dejen el barrio en paz), al otro lado de la pared «Aburto, lotu zure txakurrak» (Aburto, ata a tus perros) y en medio la imagen del policía municipal, vestido con los colores de la bandera española, en postura de perro y levantando la patita, a punto de mear.
Doy por hecho, ya que no he encontrado fuentes que lo desmientan, que la actuación de la policía municipal se ha centrado en el control de horarios y cumplimiento de la normativa de bares. Voy a ponerme abuelita cebolleta y decir que todos hemos sido jóvenes, algunos más juergas que otros, más macarras que otros, más antiautoritarios que otros. ¿A quién no le ha fastidiado la policía alguna vez la juerga? A esta que suscribe sí, más de una vez. Es esperable, en esas circunstancias (que si el alcohol, que si otras sustancias consumidas, que si la noche me confunde…) que más de uno insulte, incluso que pueda volar algún botellín de cerveza. Gajes del oficio. Pero estas pintadas no tienen nada que ver con el exabrupto del momento, con borrachos que no se quieren ir a su casa, ni siquiera con el desprecio a la autoridad. Si así fuera, no estaría escribiendo este artículo. Creo que la autoridad debe ser cuestionada y contestada continuamente y el grafiti, el mural y la simple pintada callejera muchas veces cargan verdades como puños. Mi barrio en Madrid no sería el mismo sin la sabiduría, la rebeldía política y la belleza de sus grafitis.
Pero aquí hablamos de otra cosa. En estas pintadas hay pensamiento e intención de vejar y amedrentar siguiendo las viejas prácticas y consignas de cuando la kale borroka dominaba el espacio público con sus pintadas, sus carteles, sus manifestaciones de violencia. Los suyos no eran actos de rebeldía frente al poder, por mucho que así los describieran, sino prácticas autoritarias y fascistas: eran ellos los que dominaban la calle, los que imponían su discurso con la violencia, los que no permitían la disidencia. Ahora que hemos dejado de sentir su presencia constante en nuestra vida cotidiana y que tendemos a olvidar lo que era aquello, de repente se producen estos recordatorios que señalan que el problema, lejos de muerto, sigue vigente en un sector (minoritario, quiero creer) de nuestra sociedad. Este caso es particularmente desconcertante por la desproporción entre el hecho que motiva las pintadas y el contenido de las mismas. El control de horarios de una zona de marcha de Bilbao provoca la amenaza al cuerpo policial a través de referencias tan claras como la diana y el apelativo «txakurra». Recordemos que no hace tanto estas referencias marcaban a dos sectores (el civil y el policial) como objetivo de ETA. Dentro de las dianas veíamos los nombres de políticos «españolistas» y de cualquier ciudadano considerado enemigo de su causa. Algunos de ellos acabaron siendo asesinados o viviendo largos años con escolta. El otro sector, el marcado bajo el colectivo «txakurra» o «la txakurrada» eran todos los uniformados representantes del estado español o sus cómplices vascos. Aunque como colectivo la policía municipal nunca estuviera tan marcada como otros, entre sus filas sí hubo asesinados por ETA.
Y ahora, cuando todo debería estar apuntando hacia la deslegitimación social de la violencia, ¿las sanciones a los bares en un barrio son motivo para recuperar esas formas de amenaza? Y ya puestos a analizar esta sinrazón, ¿por qué se le asigna al policía municipal los colores de la bandera española? ¿Qué tendrán que ver los horarios de los bares con España? ¿Será que los munipas también son cipayos y se han aliado con el poder español para reprimir a la juventud vasca… cerrándoles los bares a cierta hora de la noche? ¿Será que son lacayos de Aburto que, por ser del PNV es cómplice del enemigo? O será que estamos ya tan contaminados por la soflama etnocentrista y la lógica del «ellos» y nosotros» que cualquier actuación de la autoridad, aunque sea municipal, inmediatamente se relaciona con lo español.
Así que por un lado está el uso de la amenaza y la violencia como forma de dirimir problemas comunitarios o sociales. A esto se suma la identificación de la autoridad con España, como si cualquier actuación policial, incluso la municipal, fuera parte de un plan imperialista o de represión españolista. Y por último, está esa odiosa costumbre de aquellos que profesan la ideología de las pintadas de erigirse como representantes de colectivos, apropiándose de ellos para disfrazar su fanatismo de protesta popular. Cuando en esta pintada dicen «utzi auzoa bakean», me pregunto a cuántas personas del barrio representan, me pregunto si los vecinos que tienen que soportar las juergas los fines de semana, o a diario durante el verano, no se alegrarán de que pase la policía municipal a poner orden, si no serán algunos de ellos los que les llamen diciendo «a ver si hacen algo, que son las cuatro de la mañana y estamos sin pegar ojo».
Que no nos engañen: una reivindicación popular, juvenil, antiautoritaria como podría ser la protesta ante una actuación policial en un barrio, nada tiene que ver con el asesinato, la extorsión, el control social y las prácticas fascistas de la antigua kale borroka y de ETA.
Suscribo totalmente el artículo. Yo también estoy preocupado por la creciente aparición de expresiones, actitudes, pintadas, homenajes, que muestran que ese sector político no está deslegitimando la violencia, sino que la está ensalzando, honrando y añorando. Muy preocupado.
Sólo un apunte, y es que creo que la pintada no asigna los colores de la bandera española al dibujo del policía municipal, sino que son los colores característicos del propio uniforme: txapela roja y parte superior del uniforme de color amarillo reflectante. Mira aquí una búsqueda en Google Imágenes: https://goo.gl/fUmZ7f
Un saludo, Edurne, y gracias por estos artículos.
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Muchas gracias, Esteban. Y gracias por el apunte. ¡Es cierto que el uniforme tiene esos dos colores! Aunque creo que la representación de alguna manera lo enfatiza. La asociación entre la simbología y los colores que remiten a lo español para mí es inmediata. Pero igual es que estoy interpretando de más… En cualquier caso, gracias y un saludo.
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