En un artículo de Ana Carrasco-Conde de la semana pasada, la autora llama la atención sobre nuestra indiferencia ante la tragedia de Moria. Y señala: «Lo que se repite no es Moria, es nuestra actitud ante el dolor del otro: no son ‘más refugiados’ los que llegan, los que no tienen nada, los que sufren sino la dinámica que nos relaciona con ellos y si, dentro de esta dinámica, los percibimos como algo ajeno o próximo». Me quedo enganchada a esta frase y a las palabras de Jorge Semprún que la autora parafrasea: «No se trata de que el horror sea indecible, sino de que es invivible, algo del todo distinto». Seguir leyendo