La cubierta de la nueva novela de Alfons Cervera, Claudio, mira (Piel de Zapa), es una fotografía con dos niños, de cinco o seis años, subidos a un caballito de cartón. No miran directamente al objetivo, sino a alguien que está al lado del fotógrafo. Es una foto en blanco y negro; los niños tienen un parecido familiar, posiblemente hermanos; visten la misma ropa, aunque el jersey de uno de ellos ha sido coloreado de rojo. Los niños se deberían reír, al fin y al cabo la foto está tomada posiblemente un día de fiesta en el pueblo y montan juntos el caballito de cartón. Uno sujeta las riendas, que son un pañuelo; el otro, detrás, tiene las manos en los bolsillos. No hay peligro en este caballito de cartón, así que no están serios porque tengan miedo. Igual es que, simplemente, son niños serios. O que su miedo es permanente y ese caballito de cartón no es capaz de sacudírselo. El motivo de su seriedad, esa mirada que transmite vulnerabilidad y tristeza, no está presente, pero lo intuimos, como intuimos la presencia de la persona a quien miran. Seguir leyendo